enero 14, 2002

¿Rumbo? ... ¡Empleos!

¡Qué felicidad poder gritar: Viva, hemos tocado fondo! ... pero lamento decirles, que aún con la suerte de conseguir un buen equipo económico y el petróleo a 25 dólares, no vislumbro que logremos cambiar la dirección que llevamos desde hace un cuarto de siglo... la de palo abajo.
Hoy, en lugar de tierra cultivada capaz de retener la humedad, Venezuela parece un estacionamiento, donde toda lluvia económica que cae corre de inmediato al mar de las importaciones y al éxodo de los capitales.¿Qué hacer? 
En el mundo de hoy, el recurso más escaso son las fuentes de empleo, tan necesarias para combatir la destructiva ociosidad que, tarde o temprano, aniquila a cualquier sociedad. Por perseguir otros objetivos, posiblemente relevantes con un desempleo menor al 10%, enfrentamos una crisis donde los parados involuntariamente superan a los parados el 10D. En pro de Venezuela, el único rumbo de nuestras políticas económicas inmediatas debe ser el de la creación de empleos... a como de lugar.
Nuestra balanza comercial tiene que buscar su equilibrio desde ya, no en divisas sino en empleos. Muchos países venden turbinas, pero si por ejemplo un país europeo ofrece enviar a Venezuela, en lugar de a Mallorca, a 10.000 de sus jubilados para que, sujeto a normas, sean atendidos durante el invierno, se estaría generando una base sobre la cual desarrollar una industria de cuidado de la tercera edad creadora de empleo... Ello debería indicarnos a quién comprar turbinas.
En política cambiaria, notemos que entre una Argentina que con su caja de conversión fijaba el peso para combatir la inflación, sacrificando competitividad y una Venezuela que igualmente combate a la inflación, pero con su “caja petrolera”, revaluando el bolívar en términos reales, la diferencia es mínima.
Si en los Estados Unidos, para acceder a la vacuna contra el Ántrax a un mejor precio, estaban dispuestos a lanzar por la borda todos los tratados suscritos en materia de propiedad intelectual, nosotros, ante una crisis evidentemente mayor, también deberíamos estar libres para revisar los convenios comerciales vigentes.
Igualmente necesitamos planes de crédito a la vivienda, que ayuden a quienes estén más cerca de poder adquirirla, para que puedan hacerlo. Destinar fondos escasos para ayudar a quienes estén más alejados, por loable que sea, jamás generará los empleos con los que los pobres puedan subir... sostenidamente.
El Universal, Caracas, 14 de enero 2002