julio 15, 2004

McCárcel

La Justicia es algo muy difícil de comprender y concretar, por situarse ella sobre un continuo, que se hace finito sólo con la Justicia Divina. Del otro lado, las injusticias son mucho más fáciles de percibir y, en nuestros países, las cárceles en sí representan una de las peores. Como economista, en términos del uso de recursos escasos, estoy convencido de que la justicia avanzaría hoy mucho más mejorando las cárceles, que invirtiendo en Tribunales Supremos. 
No predico ni creo en soluciones importadas y además, si fuésemos a respetar los derechos individuales en sus definiciones más extravagantes, por ejemplo garantizando en Venezuela un acceso a la justicia similar al que hace unos años tuvo O.J. Simpson en los Estados Unidos, esto, por sus costos, atentaría contra los derechos humanos de nuestra individual colectividad.
No obstante, creo en los buenos ejemplos y estoy seguro, que de existir unas franquicias carcelarias, que pudiesen instaurarse en nuestros países, todos mejoraríamos, a punta de vergüenza.
Cuando leemos, que uno de los factores que más le dificultan a Schwarzenegger, reciente Gobernador de California, equilibrar el presupuesto estatal son los 28.500 dólares, que anualmente tiene que gastar por cada uno de sus 162.000 presos y que una de sus opciones sería la de usar servicios privados carcelarios locales, que le permitan reducir el costo a 17.000 dólares por preso por año, vemos una oportunidad.
Si California desea aún mayores ahorros, podría lograrlos permitiendo que el servicio carcelario para algunos de sus presos sea ofrecido por nuestros países. En tal caso, empresas podrían construir y operar cárceles, donde por necesidad tendrían que usar certificaciones de calidad, del tipo ISO 9000, lo que probablemente generaría para el bien de todos un conjunto de buenas prácticas carcelarias. Hoy, transporte rápido y facilidades como las video-conferencias, hacen mucho más factibles propuestas como éstas, faltando sólo la voluntad.
Dado que algunas personas atribuyen el origen de las violentas maras (pandillas) de América Central a Los Ángeles, y dado que el crimen se atribuye hasta cierto punto a la violencia en las películas, quizás California, su gobernador e incluso Hollywood tengan una motivación especial para dar la bienvenida. una iniciativa como esta para ayudarnos a ayudarlos.
Además, la experiencia de Schwarzenegger solo en el cine, que va desde someter a los criminales por la fuerza hasta enseñar en un jardín de infantes, parece encajar en el currículum ideal de un súper carcelero.