noviembre 18, 2004

Créditos para viviendas globales

ASISTI A UNA CONFERENCIA en Alemania sobre sistemas hipotecarios en países desarrollados y sobre su aplicabilidad al financiamiento de la vivienda social en países emergentes. En general resultó muy interesante, pero cuando me solicitaron un comentario, no pude resistir hacer el siguiente:
Antes de invertir nuestros escasos recursos en construirle una vivienda a una persona necesitada, debemos asegurarnos que esto ocurra en un lugar apropiado, para que no lo atornillemos aún más a la miseria. De otra manera, lo único que lograríamos sería haberle construido un techo bajo el cual el pobre siga muriéndose de hambre y en tal caso, es mejor comprarles unas carpas y estimularlos a mudarse a donde haya mejores perspectivas.
Así que, oyendo sobre sus avanzados sistemas hipotecarios, lo que más me interesaría conocer es si sus sistemas permiten que un alemán pueda acceder a un crédito hipotecario en Alemania para adquirir su segunda vivienda en uno de nuestros países pobres. De ser así, nuestros desempleados podrían construir tales viviendas, atender a sus propietarios cuando las visiten, cuidárselas cuando estén de viaje... y así sí ten drían una razón tanto para construirse sus propias viviendas, como para tener las fuentes de ingresos con que pagarlas.
De hecho, si los países desarrollados aceptasen que para fines de determinar el "riesgo bancario" de un crédito inmobiliario, les resulte igual donde se encuentra ubicado el inmueble, inmensas posibilidades se harían presentes en nuestros países. Hoy, los controles sobre los flujos de capital, que inconscientemente se imponen desde Basilea, vía las regulaciones bancarias, hacen demasiado oneroso para la banca local "desarrollada" financiar un crédito inmobiliario internacional... así sea que la casa internacional valga sólo la tercera parte.
¿Cómo eliminamos estos aranceles ocultos? Para comenzar, buscando eliminar aquellos riesgos con los cuales puedan argumentar las diferencias en el tratamiento. Por ejemplo, el sólo conseguir que una multilateral emita una póliza, que cubra el riesgo de expropiación, facilitaría mucho.
Para convencer a los países desarrollados de que ahora les toca el turno de liberar el flujo de sus capitales, necesitamos aliados, entre los cuales se encuentran esos miles de retirados en los países desarrollados, que ya no tienen como pagar el alto costo de la vida, ni los inflados precios de las casas... quienes, en un futuro, serán millones.

noviembre 04, 2004

Demanda imparable

EL WASHINGTON POST publicó la historia de un americano enfermo del corazón, a quien le presupuestaron un costo de 200.000 dólares por operarlo en Estados Unidos. Al no tener el dinero, se fue a la India, donde por apenas 10.000 dólares, pasaje incluido, le implantaron exitosamente una válvula y además pudo visitar el Taj Mahal. Otro ciudadano en Canadá, que debía esperar tres años para operarse la cadera, le cotizaron 23.000 dólares en Estados Unidos, pero también se decidió por la India y todo le salió por 5.000 dólares... dice el artículo que incluso fue recibido en el aeropuerto y alojado en un cuarto privado con Internet.
Simultáneamente leemos con frecuencia cómo se les hace cada vez más difícil a los países desarrollados cubrir los costos de sus promesas sociales, ante nada por los cambios demográficos, donde habrán más y más viejitos que cuidar y para viejos vamos todos.
Al igual que vemos personas con iniciativa, que deciden no permanecer en un país que no les ofrece posibilidades y emigran; los enfermos y las personas mayores, que no tienen cómo cubrir un costo de vida demasiado alto, resultan igualmente imparables cuando de repente se les presentan alternativas. Estas diferencias en costos siempre han existido, lo único es que ahora, gracias al Internet, tenemos acceso a la información al momento, desde casa y a un costo cero.
Lo anterior nos indica que habrá cambios muy importantes en la manera como se prestan los servicios personales a nivel mundial y muchas oportunidades económicas para algunos países. No es que sugiera que el consumidor viaje por un corte de pelo, pero aun en este caso podría ser que el ahorro obtenido pueda financiarle una buena parte de su turismo.
¿Y dónde quedará Venezuela? Lamentablemente, al encontrarse tan ocupada analizando su propio ombligo y como además resulta difícil mercadear servicios en un clima de conflictividad, lo más probable es que de nuevo perderá una posibilidad para diversificarse del petróleo. Otros países ya andan buscando cómo explotar mejor el negocio, dando facilidades de visa y exenciones de impuestos a todo retirado mayor de 60 años y, como la competencia no perdona, ya hasta juran por ahí, que a Venezuela no se puede ir.
Enfermeras bilingües con acreditación internacional y médicos con especialización geriátrica son valiosos activos en este campo, pero como su formación toma tiempo, tendrían que empezar desde ya.